29/1/09
Delirio. Muerte de un bebe.
Me di cuenta el mismo instante que existía, que tenía vida, salud y energía. También supe que el Creador sí me veía, sus ojos en mi embrión se fijaban noche y día, aún cuando los demás ignoraban que vivía. Hoy ya tengo tres meses, ¡quién lo duda! Mi mama ya no es la misma, a veces vomita... otras duda, no sé de qué, porque vivo; ella lo sabe muy bien. ¡Estoy vivo!
Me gusta el calorcito, estoy contento, pienso que me quieren y esperan mi nacimiento, aunque si soy sincero, ella en el fondo, muy dentro, pienso que a mi me espera una terrible tragedia que no logro asimilar, aunque la siento muy hondo. Estoy muy bien, todo en mi ser funciona.
Oí una plática ayer, un tanto rara, alrededor de la idea de que ella abortara. ¿Quién será? Ciertamente es cosa extraña; mami dijo que me ama, aunque el señor aquel, el de la casaca blanca le dijo que no importa, ¡que abortara! Yo no entiendo ese lenguaje, pero dentro de mi pecho presiento que es conmigo, que alguien quiere que me apague; quizá le estorbo a mi padre.
Hasta hace poco, todo era lindo, muy lindo; yo me sentía amado, me trataban con cariño. Ahora ya no es lo mismo: la inseguridad me aqueja y mi corazón acelera su latido. Quiero decirle, mamita, que aunque yo no lo entiendo y tú lo ocultas, de cierto, algo me dice que tú tal vez ya no estás conmigo.
Tengo mucho interés en conocer que hay afuera, pero me faltan semanas, más tiempo, para comprenderlo todo y decirte lo que siento sospecho que el mal me espera y dudar de ti, mamita, es lo que menos quisiera.
Anoche mi mamá no era la misma, segura y placentera, porque actuaba como que su conciencia a solas le dijera:
"Soy feliz, que estoy calentito, que vivir con ella y con mi padre es un romance seguro, que mi corazón espera; aunque anoche oí algo, así como que era lo mismo que viviera o que muriera; que lo que había que evitar es lo que la gente dijera, que mi mamá es la misma, que es feliz y que es soltera."
Escuché hoy, hace un rato, que vamos a un lugar, no sé, estamos corriendo. Yo no me siento mal, no sé por qué va mi abuela. Lo que sí pienso, es que mami no es la misma de ayer. Hoy es un nudo de nervios, ni siquiera quiere hablar. Tal vez un presentimiento de que algo nos va a pasar. No quiero sentirla así, menos ir al hospital, porque la vez anterior, cuando me llevó con ella no la ayudaron.
Dijeron que papá se olvidó, que no llevó la cartera y así todo terminó. Ya llegamos; mamá está más nerviosa, yo también, pero no sé ni por qué. Cuando ella llora, yo lloro y cuando ella ríe, yo gozo y me siento gran señor.
¡Ay! ¿Por qué vamos a dormir? ¿Tan pronto? ¡Si apenas despertamos! Yo ni cansado estoy. Hay mucho movimiento, unos van y otros vienen. ¡Qué extraño es este momento! Siento ansiedad, tengo frío; estaba bien al levantarme. ¡Qué raro! ¡Ay, me están jalando! No quiero cambiar de casa, ¡no quiero!
¡Déjenme! ¡Suéltenme! ¡No sean malos! ¡Yo no quiero! ¡Mamá! ¡Mamacita! ¡Ayúdame! ¡Ay... me está cortando las piernas! ¡Me duele! ¡Ay, ay! ¡Ayúdame, mamacita, me duele! ¡Me duele! ¡Se me fue un pie! ¡Ay, ay, ay! ¡Mami, mami! ¡Ayúdame! ¡No me dejes!
Estoy sangrando demasiado. ¡Me siguen sacando a la fuerza! ¡Mamacita, ya no puedo! ¡Ay, ya no puedo, no puedo! Ya se me va la vida.
Estos quieren destrozarme. ¡Ayúdame, mamacita! Soy hueso de tus huesos y carne de tu carne. ¡Tú me trajiste aquí! ¿Cómo es que ahora te olvidas? Yo no soy el culpable, tú y mi papá me trajeron y ahora., ¡ya no quieren ayudarme!
¡Explícame, mamacita! ¿Por qué es que quieren matarme? Ya no tengo ni una pierna, ya las perdí por completo. ¡Estoy derramando sangre! Tampoco tengo los brazos; quieren aniquilarme. ¡No me mates, mamacita! ¡Deja ya de ser cobarde! Aunque sé que para ti quizá es demasiado tarde.
¡Ya no puedo, ya no hay fuerzas! Ya no siento, ya me voy, ya no puedo estar contigo, ya no puedo acompañarte.
Te veré en el día del juicio, de él nadie podrá apartarte. Cuando al fin, yo hable y diga, que ustedes me privaron de la salida del sol, del otoño y primavera.
Cuando tu conciencia diga, como pertinaz testigo, que no fue un accidente lo que hicieron conmigo, que fue un crimen, fue delirio, que lo que el hombre sembró, eso se lleva consigo.
Que pecaron, que me quitaron la vida, que de mi se avergonzaron. Aunque donde yo vivía, antes de ser concebido, me dijeron que el Cordero sufrió en la cruz del martirio para que todo el que cree en su sacrificio vivo encuentre perdón en él, que es Amor y es Idilio.
Autorización de Juan M. Isáis.
Revista Prisma.
Juan M. Isáis
1993 - 4
http://www.icirmar.org/nuevaraza/nueva-raza_articulo.php?tituloTema=125
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