5/3/09

Derribados pero no destruidos



Si hay algo que realmente me impresiona es la valentía de un soldado, sabe que no tiene otra opción, tiene que luchar, a pesar de los terribles daños que pueden causar las armas al cuerpo humano. Un buen soldado no se puede echar para atrás, gane o muera, lo importante es la lucha.

Como toda guerra, siempre habrá momentos críticos, batallas muy desgastantes, dolor, incertidumbre, deserción y rebeldía. Muchas veces, el comprender que uno debe ser diferente como cristiano es harto difícil.

Cuando me enlisté en los batallones de Jesucristo, sabía que Él estaba conmigo, que me ayudaría y además me daría la victoria a mí y a los del ministerio en el cual estaba, sin embargo, como en toda guerra, hay luchas, tuve que sufrirlas y aprender de ellas. Hay cosas que no puedo comprender todavía, preguntas como: ¿Por qué? ¿Hasta cuando pasará esto? ¿Dios que esta sucediendo?. Son cuestionamientos que están todos los días en mi mente. Y no solo hay problemas materiales, también hay una batalla que no podemos ver ni sentir pero que afecta nuestra vida espiritual. Muchas veces era tal la tentación, que mi carnalidad le ganaba a mi espíritu, era vencido, me sentía la persona mas pecadora del mundo, sentía que Dios me había dejado, que no era capaz de vencer al diablo, ni a mi "yo". Me sentía incapaz de servir al Señor. Yo sucio, atado a mis pasiones y deseos, sin salida, sin esperanza, en sí, estaba derribado, en el suelo. Muchas veces pensé dejar el ministerio, dedicarme a otras cosas, no ir mas al templo, olvidarme de todo lo relacionado con Dios. Lo más difícil fue cuando el enemigo empezó a hostigarme, a engañarme, atemorizarme, a decirme que no podía, que Dios no me escuchaba, que yo no tenía valor, que yo no le importaba al Señor Jesús, que había pecado tanto que no lograría tener el poder de Dios, ni su gracia, ni sus bendiciones. Una gran tristeza llenaba mi alma. Cuando esto pasa sólo se piensa en dejarlo todo, y en vivir una vida como cualquier otra en el mundo.

Recuerdo que en un programa de televisión, se podía ver como muchos soldados en un ataque perdían brazos, piernas, cabeza y hasta la mitad de sus cuerpos. Eran tratados sin piedad por sus adversarios, sin misericordia. Morir era cosa de segundos y matar era necesario para sobrevivir. Así es la lucha que nosotros libramos pero en otra forma "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes". (Ef. 6:12)

A esos soldados no se les achico el corazón, es cierto, tenían miedo, pero fueron valientes. Pusieron su habilidad, pensamiento y fuerzas en ganar esa batalla. Trabajaron con órdenes de vencer, de dar sus vidas sabían contra quien luchaban, con qué armas podía contar su enemigo, muchos de ellos seguían peleando hasta la muerte, no querían rendirse aunque fuera con sus manos o piedras seguirían peleando. El enemigo de nuestras almas, lucha de diversas maneras. Algunas de ellas las ha usado desde el tiempo de Adán y Eva, trabaja día y noche con tal de alejarnos de Dios. Hay que reflexionar, no es fábula, ni cuento, esto ocurre siempre. Tal vez tú eres un joven que casi no va a la sociedad, o puede ser que tengas luchas, problemas y preguntas, a lo mejor te cuestionas si Dios existe, quizá has pensado que Dios es injusto. Muchas de las cosas que te han pasado son para alejarte de Dios, te lo dijo porque yo lo he vivido. Yo fui engañado, ya no quería asistir al Templo porque no podía sentir la presencia del Espíritu Santo. Sin embargo, después comprendí que el Señor no me dejaría ir así de fácil, porque una vez fui suyo, y aunque hubiera sido vencido en tentaciones, dañado en mi fe y santidad, el Señor me sigue amando.

¡No te rindas! No tomes por nada el sacrificio y sufrimiento de tu Señor en la cruz. Sé un soldado de Jesús dispuesto a usar cualquier arma con tal de seguir con Él por siempre.

"Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengas miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará ni te desamparara. Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, si vieres caballo y carros, y un pueblo más grande que tú, no tengas temor de ellos, porque Jehová tu Dios está contigo, el cual te saco de la tierra de Egipto." (Deut. 31:6)

David Ricardo Mendoza Estrada
2001 - 1

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