En los últimos años, algunos movimientos han decidido no celebrar la Noche de Paz el 24 de diciembre, para recibir el amanecer del día 25; ni recordar en forma alguna el día especial del Niño del Pesebre, que nació en Belén de Judea, en días del rey Herodes. Pues bien, aunque ellos lo quieran negar, la Sagrada Escritura nos habla del anunciamiento del ángel Gabriel que: “….. Fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo; ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo; María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lc. 1:26-33)
Certificando Lucas el historiador y médico amado tales hechos de la siguiente manera: “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre porque no había lugar para ellos en el mesón” (Lc. 2:7)
Es un hecho autenticado por la verdad histórica, secular y bíblica, que en esta pobre tierra, de Belén de Judea, nació Jesucristo, Hijo de Dios viviente.
¿Cuál es la causa de tan terrible decisión? ¿Por qué algunos grupos han dejado de celebrar el nacimiento del Señor Jesucristo?
En los últimos años, algunos movimientos han decidido no celebrar la Noche de Paz el 24 de diciembre, para recibir el amanecer del día 25; ni recordar en forma alguna el día especial del Niño del Pesebre, que nació en Belén de Judea, en días del rey Herodes. Pues bien, aunque ellos lo quieran negar, la Sagrada Escritura nos habla del anunciamiento del ángel Gabriel que: “….. Fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo; ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo; María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lc. 1:26-33)
